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13 de enero de 2013

Filiberto Montagud y el fútbol. 3

Saque de honor del partido disputado por la Sociedad Getafe Deportivo en mayo de 1923

El primer presidente del Getafe Deportivo

El sábado 19 de mayo de 1923, dentro del programa festivo en honor de la Virgen de los Ángeles, se inauguró el nuevo campo de fútbol de la Sociedad Getafe Deportivo; el terreno de juego estaba ubicado dentro del aeródromo. La entidad, constituida hacía poco tiempo, estaba presidida por Filiberto Montagud. El nuevo club de «foot-ball» concertó, para la ocasión, un partido amistoso contra la Internacional Deportiva de Madrid.

El flamante equipo getafense vestía uniforme azul; zarca la camiseta y oscuro el pantalón. Existe una teoría que explica o justifica el color de la equipación asegurando que se debía al mono azul de los obreros con el que también jugaban al fútbol al salir de las fábricas, aunque la hipótesis más plausible es que se debiera al color del manto de la Virgen de los Ángeles. En todo caso, el Getafe Deportivo representaba, con sus colores, las distintas sensibilidades del pueblo: el celeste y el ultramarino; el color de la devoción de los labradores y de los ricos propietarios, una incipiente «aristocracia del arado», por la virgen del Cerro de los Ángeles y el empuje de una clase obrera cada vez más numerosa, imprescindible para el progreso de las industrias instaladas en el municipio.

Busto en madera de Luisita Montagud Pérez
La hija del presidente, Luisita, que a la sazón tenía 11 años acudió arreglada para la ocasión, con una media melenita peinada a la última moda, un vestido de color blanco purísimo con ribetes celestes, zapatitos de charol y medias también blancas. Ella fue la encargada de dar el punterazo de honor por la Internacional, equipo al que había correspondido el saque inicial en el sorteo.

Luisita Montagud pasaba a la historia local de ese «bello» deporte de una sola, aunque grácil, patada al «esférico». La imagen que reproducimos, por gentileza de la familia Reverte Montagud, es un maravilloso documento gráfico de ese instante fugaz. El encuentro tuvo reflejo en la prensa nacional; La Libertad publicó, el 23 de mayo de 1923, la primera crónica –que tengamos conocimiento– del equipo de fútbol del municipio. El «once» del Getafe Deportivo, estaba formado por Martín, Rodríguez, Zugázaga, Calvo, Rusiñol, Pastor, González, Fenollar, Bueno, Queral y Ocáriz. La Internacional Deportiva de Madrid, el equipo contrario, presentó la siguiente alineación: Labandoehore, Salgado, Morales, Tárraga, Molinero (N.) Molinero (P.), Ovicia, Jiménez, Trifino, Pasca y Pérez.
La crónica de La Correspondencia de España era un poco más extensa y añadió unas pinceladas del juego y del espectáculo:

«Desde el primer momento dominaron los getafenses que, sin embargo, a la hora de chutar pierden el tiempo, recogiendo el balón los internacionales, que consigue introducir dos veces el balón durante el primer tiempo en la portería. 
En el segundo tiempo, Zugázaga cogió el balón en un avance precioso, se llevó el balón solito desde más de medio campo y consigue el único tanto de la tarde a favor de los getafenses, minutos antes de terminar el partido y cuando los contrarios se habían apuntado cuatro.
De la nueva sociedad se distinguieron Rusiñol, Zugázaga y el portero Martín, del cual se pueden esperar grandes cosas. El resto del equipo se mostro muy desentrenado y desconcertado».

El acto resultó brillante por la numerosa concurrencia y por la corrección de los equipos que se mantuvieron dentro de la más exquisita nobleza en la empeñada lucha que sostuvieron. El público salió encantado con el espectáculo ofrecido por el equipo de su pueblo, a pesar de la derrota.

Filiberto Montagud abandonó rápidamente el equipo de fútbol. Su proyecto inicial de Sociedad Deportiva se modificó al año siguiente con la intención de competir en la liga regional. El 4 de septiembre de 1927, tras cuatro años de existencia, se inauguró el nuevo campo de fútbol del Club Getafe Deportivo en los terrenos de la Dehesa Chica de Santa Quiteria, en el mismo paraje –frente al cuartel de Transmisiones– en el que aterrizó Vedrines en 1911, hoy también dentro de la Base Aérea.

Busto en madera de niño, posiblemente el hijo del que fuera alcalde,  Mariano Ron

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