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27 de agosto de 2013

Esperando a los griegos en el Anfiteatro

Ilustración digital realizada partir de un dibujo del Taller de Arquitectura
El último de los grandes edificios de Bofill y su Taller de Arquitectura en Calpe es El Anfiteatro (1983), "un ejemplo de arquitectura clásica realizado en el sur de Europa", según se afirma en la página web de Ricardo Bofill, como si el redactor ignorase que la mayor parte de la arquitectura clásica o grecolatina se ejecutó en el sur de Europa.  El proyecto contemplaba la construcción de 27 apartamentos de lujo, todos ellos duplex con ventilación cruzada, distribuidos en tres edificios alrededor de una piscina comunitaria y solarios (en la cubierta). La piscina ocupa, como en la tradición del teatro griego, el lugar del escenario y se extiende hacia el acantilado enmarcando el paisaje. Este año, al igual que  La Muralla Roja, diez años mayor, El Anfiteatro cumple treinta años desde su construcción. ¡Cuánto aniversario y, además, que bien les sientan los años a estas bellas construcciones.


El edificio es fácil de identificar desde numerosos puntos de observación de la costa. A lo lejos, desde el mar o desde la playa,  destaca, anclado sobre el promontorio, un blanquísimo templo griego. Los volúmenes y los pliegues de la fachada generan a lo lejos la ilusión de columnas, cornisas, frontones o metopas. El enfoscado y las sombras, perfectamente previstas, generan la imagen clásica e inmaculada del recinto sagrado. Desde el interior de la zona común y desde todas las viviendas, el paisaje y las vistas son impresionantes; el edificio solo está separado del abrupto acantilado por un pequeño paso para peatones.



Las entradas a los apartamentos están situadas en la fachada trasera, y dan a  una calle pequeña que conecta la zona de aparcamiento con el espacio central. Cada uno de los edificios incluye siete apartamentos y siete áticos. Las cubiertas están habilitadas como solarios a las que se accede desde la piscina por dos escaleras de grandes dimensiones.


El tercer edificio es semicircular y forma un espacio central cerrado, protegido y de carácter privado. Dos semisótanos incluyen la zona de duchas, los vestuarios y los trasteros y un espacio comunitario. Por su situación elevada todos los apartamentos tienen aseguradas espectaculares vistas sobre el mar.

La diferencia de cota entre este edificio y la zona que rodea la piscina se resuelve por medio de una superficie inclinada convexa, representación del antiguo anfiteatro en su expresión espacial, que protege la orientación principal de los apartamentos de la circulación colectiva. Dos hileras de gradas continuas constituyen la conexión del plano inclinado con el suelo de roca de la plaza.

Ilustración realizada a partir de un dibujo del Taller de Arquitectura


Fotografía procedente de la página web de Ricardo Bofill
Fotografía procedente de la página web de Ricardo Bofill
Taller de Arquitectura, el libro del poeta José Agustín Goytisolo dedicado a la obra de Ricardo Bofill vio la luz en 1977, seis años antes de la construcción del Anfiteatro. No hay, por tanto, poema dedicado a este balcón clásico al mediterráneo. Sin duda, Goytisolo hubiera tenido otra alucinación "sin necesidad del cigarrillo de marihuana; la brisa marina, a veces el viento recio y el batir del mar sobre la desolada cala de La Manzanera le transportara, de nuevo otra vez, en el tiempo; y hasta su atalaya clásica llegaran, nítidas y carcomidas, antiguas culturas y civilizaciones; quizás hubiera divisado en lontananza los trirremes griegos procedentes de Atenas, de Ampurias o de Siracusa. Noticias de la patria y de otras ciudades hermanas. Es posible que alguna esté asediada por los bárbaros. Quizás, incluso, el poeta temiera la invasión de los piratas berberiscos para apoderarse de ese magnífico templo y sus vestales. ¡Estad alerta! ¡Quizás sea tarde! El sueño se repite; una y otra vez, un año y otro, un siglo, cien. ¡Estad alerta! La muerte no descansa.

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