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9 de octubre de 2007

La ciudad de Norman Foster


Miércoles 15 de noviembre de 2006
Hotel Hesperia de Getafe

A media tarde de ese día tiene lugar una reunión de propietarios de suelo en Perales del Río convocados por el ex concejal de urbanismo de Getafe, Jesús Neira. Al acto asisten, entre otros, terratenientes, oportunistas y especuladores; allí están Antonio Navas, Fructuoso López Gómez (Joma Sport), Manuel Ruiz Morales y Manuel Sanabria (Soto e Hijos), etc... Conforman un grupo de aproximadamente cuarenta personas titulares o representantes jurídicos de dominios y fincas en el próximo desarrollo de Perales del Río.

El acto está reservado a los propietarios que han firmado el contrato de gestión la empresa de Jesús Neira Salazar por el cobrará el 8 por ciento de la tierra bruta a cambio de la sectorización del sector y por que el sistema elegido por el Ayuntamiento de Getafe para desarrollar este próximo desarrollo urbanístico sea la compensación. Neira ya ha cobrado de muchos propietarios la mitad de ese "leonino" contrato.

Neira, más conocido como "el Rubio", explica a los propietarios que no hay que preocuparse por las últimas informaciones que han salida en la prensa y que le relacionan con el pelotazo del 8 por ciento de Perales del Río. Esta legislatura no será posible aprobar la sectorización pero se producirá una vez que pasen los próximas comicios. Perales del Río se ejecutará mediante una Junta de Compensación al contrario que Los Molinos o Buenavista.

Al acto, celebrado para eliminar suspicacias e incertidumbres ante las dudas que pudieran surgir a los "donanates" por el retraso de la actuación y la convocatoria de elecciones municipales y autonómicas en mayo, asiste el "segundo" del estudio de arquitectura de Norman Foster. Hay una explicación muy gráfica que incluye la proyección de estampitas y bocetos. El afamado arquitecto inglés, consagrado mundialmente por sus colosales y fastuosos proyectos, planificará en seis millones y medio de metros cuadrados una nueva megaciudad al sur de Madrid.
Norman Foster tiene, además del proyecto de Perales del Río, del ex concejal de urbanismo, el encargo oficial del Ayuntamiento de Getafe para proyectar el futuro museo de la aviación. La definición del nuevo barrio, ¿también será un encargo municipal?, ¿dejando de lado a los servicios técnicos de urbanismo y la participación?... Pudiera ser que ahora la nueva Getafe se proyecta en Londres. Te guste o no Foster, las cosas o el tipo, la marca vende.

El [arquitecto] sustituto expone el proyecto. 42 viviendas por hectárea; el cincuenta por ciento viviendas unifamiliares libres y el otro cincuenta por ciento, viviendas protegidas en edificios de nueve plantas. En total, más de 27.000 nuevas viviendas. La mayor operación urbanística de la comunidad de Madrid. Y, por asociación en cuanto al tamaño del desarrollo, el mayor pelotazo en materia de gestión urbanística. Se trata de la consagración, el "master" como conseguidor del ex concejal de urbanismo, Jesús Neira.

En esta nueva ciudad, con un tamaño que multiplica, por ejemplo, por cinco veces al recién estrenado Bercial, destaca como una perla el Campo de Golf que tan afanosamente se han trabajado desde el Ayuntamiento y que beneficia, qué casualidad, a algunos de los personajes que asisten a la reunión, que compraron los terrenos poco antes de que surgiera la idea el pelotazo y alguien, en el Ayuntamiento de Getafe o fuera de él, vislumbrara la "necesidad social de construir un campo de golf en Getafe" y elegir, para ello, tierras incluidas como protegidas dentro del Parque Regional del Sureste. Nunca, que nosotros sepamos, un convenio urbanístico fue capaz de recalificar terreno protegido y hacerlo edificable. Nunca nadie se adentró tan certeramente en esos brillantes párrafos de literatura [urbanística] para especular. Ese manchón en el plano del Nuevo Perales será como la guinda verde para sacar al mercado carísimos e inaccesibles chalés. Y pisitos de VPP en torres de nueve alturas.

Neira cobrará como comisión por la sectorización y definición del sistema de actuación, en el caso, ciertamente poco probable, de que firmen la totalidad de los propietarios del suelo 520.000 metros (52 ha.) de suelo bruto, y que excluidas las cesiones del diez por ciento y los costes de urbanización, la cifra se traduciría en una edificabilidad final suficiente para la construcción de 2.284 viviendas, 1141 de las cuales serían viviendas libres unifamiliares y otras tantas protegidas.

Valorando las protegidas al módulo actual la parte protegida estaría valorada (sin sobreprecios) entre los 35 y los 45 millones de euros, dependiendo del poncertaje de VPP y VPPL. La edificabilidad de las 1.140 viviendas libres unifamiliares podrían tasarse al precio de hoy en día tranquilamente por 410 millones de euros. Casi nada.

Se trataría del mayor pelotazo de la historia de España. 445 millones de euros de futuribles comisiones [o, si gusta, cobros por gestionar] por la sectorización y decisión [creemos que municipal] de hacer el desarrollo mediante Junta de Compensación en vez de por Expropiación y Consorcio. Además de esos pellizquitos por resolver las últimas dudas del planeamiento, Neira quiere, incluso, gestionar la anhelada Junta de Compensación por la que podría cobrar otros cuarenta millones de euros. Cerca de quinientos millones [de euros, oigan], por una ciudad que diseñan en Londres. ¿Y el Ayuntamiento? El codicioso sueño de la burbuja inmobiliaria había llegado hasta las orillas del Támesis; la tercera planta del edificio consistorial no vale más que para para tramitar licencias y cobrar plusvalías.

Miércoles 25 de julio de 2007
Asamblea de Madrid

Los diputados madrileños, recientemente elegidos en los pasados comicios de mayo, aprueban por mayoría, y dentro de la Ley de Medidas Urgentes para la Modernización de la Administración y del Gobierno de la Comunidad de Madrid, la norma por la que la altura máxima de los edificios que se construyan en adelante en la región madrileña no podrán superar las cuatro alturas (tres más ático); excepto edificios especiales o emblemáticos. No se prohíbe el rascacielos.

Se trataba de una promesa electoral de Esperanza Aguirre y que se cumplía sin apenas tiempo para su debate público. Prometo y cumplo, gracias a la mayoría absoluta.
No han sido pocas la críticas a esta decisión en la que muchos ven dirigismo e intervencionismo público en clara contradicción con las ideas liberales de la presidenta. Y, para colmo, las críticas vienen de los sectores más proclives al intervencionismo del estado. El mundo está torcido. Los socialistas quieren libertad y los conservadores ponen coto. Los promotores, claro está, siempre cerca del euro, se aliaron en este controvertido asunto con socialistas y sindicalistas, en este asunto más liberales que nadie. ¿Será una broma?

Nosotros nos vamos a decantar. A definir claramente nuestra posición. Se trata de una medida, creemos, positiva, un frenazo a la irracional e ilógica manía, aunque más rentable para los propietarios de suelo, de hacernos vivir como pájaros en enormes y verticales jaulas, más cerca del cielo que de la tierra. Es posible que cuanto más grandes y elevados son los edificios, más contribuyen a la alienación de la gente y de sus relaciones así como a la pérdida de la identidad individual dentro de la colectividad. La norma parte claramente de la idea, como objetivo realizable, de una ciudad más humana, más cercana, incluso más sostenible. ¿Quién prefiere vivir en un edificio de veintidós plantas antes que en uno de tres, cerca del suelo, de las plantas o de los árboles, con sólo veinte vecinos en lugar de 145,...? ¿Quién disfruta (sin sexo) en los galácticos, raudos y vertiginosos ascensores?

Getafe fue durante mucho tiempo el claro ejemplo de una ciudad que no crecía hacia lo alto como Móstoles, Alcorcón o Fuenlabrada. Getafe ha sido siempre una ciudad de tres o cuatro alturas, gracias a la limitación que imponía la presencia de la Base Aérea, y a pesar de los desvaríos urbanísticos de finales de la década de los setenta que angostaron los nuevos barrios de Las Margaritas, Alhóndiga o San Isidro.

Esta identidad se ha ido perdiendo progresivamente. En el casco urbano se perfilan sobre el paisaje edificios con seis y siete plantas. El Bercial se ha diseñado con edificios de seis plantas. Los Molinos y Buenavista tendrán, igualamente, edificios de seis plantas con más de ciento cincuenta viviendas cada uno de ello. ¿Eso es lo bueno que nos ofrece la arquitectura y la planificación del territorio de los nuevos liberales? Lejos empiezan a quedar barrios como el Sector 3, El Casar o Getafe Norte. Promotores y políticos se unen en la codicia para alejarnos de un suelo que cada día está más caro, como la vivienda.

Esa es, precísamente, otra de las críticas que se han vertido sobre la norma de las alturas máximas en los edificios de la Comunidad de Madrid. Socialistas, sindicalistas y promotores coinciden que la norma promoverá un incremento en los precios. No parece que esté el patio para esas alegrías, visto el nivel de los precios. ¿Aún han subir por encima de los seiscientos mil euros por un pisito? Se trata de una amenaza inútil. Eso no asusta a los jóvenes. Y si nos referimos a la vivienda protegida, la limitación de alturas no debe afectar a un precio que en los últimos años se ha incrementado de una manera desacertada. Y no debe seguir subiendo, como piden los promotores. Al fin y al cabo, las subidas en el módulo de las viviendas protegidas repercuten sólo, y de forma muy generosa, en los propietarios del suelo, la mayoría de las veces los propios Ayuntamientos o Consorcios.

¿Qué pensarán esos promotores de urbanizaciones como la que proyecta Norman Foster en Perales del Río? ¿Qué pensará el propio Foster de hacer sólo la mitad de alturas, la mitad de viviendas? ¿No es mostruoso sacar de la nada, como si esa nada fuera una chistera, una ciudad de 27.000 nuevas viviendas, la mayoría inaccesibles para los jóvenes que demandan con desesperación una solución al problema de la vivienda? ¿No será más social y, hasta cierto punto, razonable y justo, prever un nuevo desarrollo, una ampliación de Perales de sólo 5.000 o 6.000 viviendas [con esa cifra se duplicaría el tamaño de la pedanía], con el 80 por ciento de ellas protegidas y por expropiación. Definamos siempre el mismo sistema, el público, para que no se produzcan agravios comparativos ni especulen, de forma soez, los mismos de siempre.

Esa megaciudad de 27.000 flamantes y fructíferas casas son la nueva versión del viejo "sueño del Pocero". El Pocero de Getafe. Una ciudad con un millón de casas que haré yo sólo, dice él, en edificios de nueve o doce plantas, qué más da; desde 240.000 y hasta sólo 720.000 euros. Es el sueño de algunos locos codiciosos y su famoso arquitecto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La ciudad en altura libera espacio para zonas verdes y equipamientos, lo que la hace una ciudad más humana y sostenible al ahorrar en recursos, disminuir los gastos de equipamientos, necesitarse una menor movilidad por estar todo más cerca, ahorro de costes como recogida de basuras, climatización de edificios, etc. etc. Hay personas que aún se asustan con ver barrios de edificios en altura, pero son estos los que hacen una ciudad más humana y sostenible, son el único modo de limitar la ocupación del suelo para que existan las mayores zonas no urbanizadas posibles, acercan los equipamientos a las personas, y las personas entre sí, ayuda a las personas con problemas de movilidad a tener una vida más fácil, facilita la creación de un transporte público eficiente y económico, en definitiva ,es un modelo de ciudad mejor para todos frente al urbanismo anglosaxon de adosados donde prima el consumo de suelo y la utilización del coche.