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5 de mayo de 2016

Procesión de la Virgen de los Ángeles



Hoy es el día. Jueves de la Ascensión previo, tras la correspondiente novena, al Domingo  y, sobre todo,  al lunes de Pentescostés (el 16 de mayo), dos fiestas que están unidas en el calendario cristiano bajo la advocación del Espíritu Santo. La multitudinaria procesión de la Virgen de los Ángeles, desde el cerro hasta la Catedral de la Magdalena es el punto de inicio de las Fiestas Locales de Getafe dedicadas a una de sus dos patronas. Tras la entrega del bastón de mando que ostenta Sara Hernández  a Angelines en la rotonda de la base Aérea, los getafenses y getafensas, getafeños y getafeñas, se desparraman por las tabernas y los veladores de las terrazas a tomar limonada y cervecita fría. Y aunque llueva, ¿no era el día para empezar la ruta de la tapa de Fiestas de Getafe? Tortilla de alcachofas o de habas, espárragos,...
***
[...] No sabemos el año exacto en que arribó a Getafe, ni la causa de esta elección, aunque es posible que se debiera a la recomendación de su médico. Getafe en aquella época era una villa tranquila, catalogada como lugar propicio para muchos enfermos por su ambiente rural, sus huertas, la calidad de sus aguas y sus aires benéficos; en este pequeño paraíso se cultivaba el trigo, la cebada, la avena, los garbanzos, las algarrobas y hortalizas como alcachofas, pepinos, habas, tomates y melones; también había vides y olivos. El villorrio solo distaba dos leguas del bullicio de la capital del reino. Pascual Madoz, que veintitrés años después aparecerá de nuevo en esta historia, publicó en 1847 su Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de los pueblos de España en el que cita a Getafe asegurando que «es una extensa llanura al oeste de la capital y sobre la carretera que dirige desde la misma a Toledo; le combaten libremente todos los vientos, y su clima, algún tanto frío, es sano, no conociéndose otras enfermedades que las comunes o estacionales. […] Sus calles están empedradas, pero de una manera irregular, que en tiempo de lluvias se forman balsas de agua, y hay guijarros tan salientes que hacen penoso el tránsito por ellas». Madoz nombra, entres sus edificios más notables, el Hospital de Beneficencia [de San José] fundado por Alonso Mendoza, el Colegio de los PP Escolapios, la iglesia parroquial de Santa María Magdalena que se acabó de construir en 1645 y que es elegante y de buen gusto: la sacristía forma un cuadrilongo bastante espacioso y hay en ella una buena cajonería de nogal…, la iglesia auxiliar [chica] de Santa Eugenia, las ermitas de San Isidro, de la Concepción y la de Nuestra Señora de los Ángeles, «el edificio es bonito, y a la imagen tienen especial devoción: se ha practicado en el cerro un camino bastante cómodo y suave, con el objeto de bajar y subir todos los años la referida imagen en una magnífica carroza…» (*)


(*) Fragmento del capítulo dedicado a Ignacio Negrín, el gran poeta del mar. "Getafe Capital del Sur, 2009-2012: Crónica de un viaje al ayer", de próxima aparición. La ilustración es un grabado publicado por una revista en 1881 y está basado en un cuadro del pintor aragonés Juan García Martínez presentado a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1881( núm. 227 del catálogo). Propiedad del autor.

28 de febrero de 2016

Las Muecas de los días, una novela sobre Luis de Sirval


Ilustración de Luis de Sirval propiedad de la Agencia Efe.
Adquiridos los derechos para la edición impresa del libro. Prohibida su reproducción 




‘Las muecas de los días’, mi último libro, es una novela histórica protagonizada por el periodista, Luis de Sirval y ambientada en los días posteriores a la revolución de Asturias en 1934 y en los previos a la Semana Santa de 1923 en el Partido Judicial de Getafe.

El sábado 27 de octubre de 1934, el periodista fue detenido por agentes del Cuerpo de Vigilancia y asesinado en la comisaría de Oviedo por tres oficiales del Ejército de ‘ocupación, uno de la Legión y dos de Regulares. En el último suspiro ‘revive’ el lío de huesos que siguió para el diario La Libertad en 1923.

Luis Higón Rosell nació en Valencia en 1898; era hijo de un ciudadano inglés y de una española. A los 18 años empezó a colaborar en La Voz de Valencia firmando ya con el que sería, más que un seudónimo, su nombre definitivo:Luis de Sirval.

Poco después se trasladó a Barcelona donde colaboró con El Noticiero Universal y El Diluvio de Barcelona aunque las condiciones políticas y sociales que se daban en la capital catalana no eran el mejor escenario para la práctica del periodismo independiente. Rápidamente se trasladó a Madrid y empezó a colaborar en La Libertad. En las dos épocas en las que se desarrolla la historia de este libro, Luis de Sirval tenía 25 y 36 años, respectivamente. Desde sus primeros artículos, mostró una madurez y un sentido del humor fuera de lo normal.

Empezó a colaborar en La Libertad el 30 de diciembre de 1922 con un artículo muy breve titulado «La civilización, prudente», dentro de la sección ‘Las muecas de los días’, nombre que ya aparece un año antes en las informaciones que publicaba en La Correspondencia de Valencia. La Libertad veía la luz en 1920 tras la ruptura de un grupo de periodistas, administrativos y repartidores del periódico El Liberal; su director era Luis de Oteyza, mítico reportero por sus artículos sobre la guerra de Marruecos.

Luis de Sirval aparece ya como redactor del periódico en el número del martes 2 de octubre de 1923. En esa redacción convive con Manuel MachadoEduardo Ortega y GassetLuis de ZuletaPedro de RépideJoaquín Aznar, Augusto BarciaCarlos BonetHelidoro Fernández Evangelista o el fotógrafo Alfonso. Transcurre la edad de oro del periodismo español hasta que irrumpió la dictadura militar de Primo de Rivera.

En 1925, ‘La Libertad’ fue adquirido por el grupo de Juan March que también se hizo con la propiedad del ‘Informaciones’. El primero lo utilizó como periódico de izquierdas y el segundo de derechas. Luis Higón Rosell, situado ideológicamente en la izquierda republicana, empezó a encontrarse molesto con los vaivenes y las presiones informativas que imponía el mafioso mallorquín.



La sobrevenida ambigüedad de La Libertad a partir de 1925, cuando no hostilidad contra la república, le hizo finalmente abandonarlo en abril de 1931. No satisfecho con su trabajo como redactor, fundó una agencia de prensa con un amplio espectro ideológico de colaboradores. Inicialmente la llamó ‘Marivel’; a través de ella surtía de crónicas, reportajes y artículos de opinión a periódicos de provincias en los que había colaborado y a otros como El Luchador de Alicante, La Voz de Guipúzcoa, La Correspondencia de Valencia, El Mercantil Valenciano, o El Diario de Almería. Al poco tiempo pasó a llamarse ‘La Hispania’. Tras su marcha de La Libertad, relanzo su actividad en la agencia a la que rebautizó como Agencia Sirval. En ella reunió un impresionante catálogo de firmas como las de Gabriel AlomarAndrenio (Eduardo Gómez de Baquero), Luis AraquistainRamón Pérez de AyalaLuis de ZuluetaUnamamunoRamón J. SenderLuis BelloÁngel GuerraEduardo ZamacoisRoberto CastrovidoPedro de Répide y otros. El prestigio le venía no solo por la nómina de colaboradores, sino«porque pagaba regularmente».

Durante algo más de dos meses de ese año (1931) ejerció como secretario personal del Ministro de Industria y Comercio, Félix Gordón Ordás, del Partido Republicano Radical. Félix Gordón, integrante de la comisión parlamentaria que investigó los sucesos de Asturias en 1934, junto a Clara Campoamor —también del partido Radical— y a los socialistas Álvarez del Vayo y Fernando de los Ríos, dijo de él: «Se trataba de un joven periodista de espíritu finísimo, corazón generoso y bondad inalterable. Yo tenía por él profunda simpatía y gran admiración. Fue secretario político mío durante el tiempo que desempeñé la cartera de Industria y Comercio. Nombrado por mí, salió de España a estudiar los procedimientos de propaganda del régimen en Italia, Alemania, Inglaterra y Rusia, y de este viaje trajo enseñanzas utilísimas, que hasta ahora no ha aprovechado ninguno de mis sucesores. Era firmemente republicano, de amplia y elevada visión social. Aunque no tenía ninguna ambición personalista, y acaso por lo mismo, su porvenir se ofrecía espléndido 
para bien de la República.».

Luis de Sirval, el autor intelectual de la expresión ‘Las muecas de los días’, sufrió en carne propia la mayor crueldad posible y la injusticia de los gestos aciagos del destino. Tres oficiales del Ejército español le tirotearon a sangre fría cuando estaba detenido en una Comisaría del Cuerpo de Vigilancia de Oviedo. Su muerte despertó la conciencia adormilada de los intelectuales de la época, más o menos afines ideológicamente, amplificó los antecedentes de una biografía fantástica y le mitificó entre los profesionales más jóvenes del periodismo patrio. Su figura fue enaltecida y, en su ausencia, manipulada durante la guerra civil, aunque no exista duda de la posición que hubiera adoptado. En pie, con sus libretas y su cámara de fotos, trabajando como informador con la misma honestidad que había hecho el resto de su vida. ‘Era de ese tipo de periodistas que necesitaba ver los sucesos para escribir de ellos. Una especialidad en crisis’.

El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 elevó al periodista asesinado a la categoría de héroe de la República; muchas ciudades como Valencia, Córdoba o Madrid, le dedicaron una calle. Hoy nadie le recuerda; yace en el olvido. No tiene ningún monumento ni placa, ni siquiera en el callejero de barrios como Buenavista en Getafe, dedicado compulsivamente a personajes de la Segunda República española, muchos de ellos sin la relevancia, la fe republicana o la honestidad de Luis de Sirval.

Hoy, el libro supone un pequeño homenaje al periodista íntegro que buscó la verdad por encima de todo, A riesgo. incluso, de su vida.