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27 de octubre de 2007

Lorenzo el breve

Lorenzo Manuel Silva Amador (Madrid, 1966) era, hasta el verano de este año 2007, justo después de las elecciones municipales, un famoso, aunque discreto, vecino de Getafe; un simple y renombrado ciudadano que dejó su profesión de abogado de empresa por el oficio de escribir libros. Su corta biografía contrasta con una trayectoria prolífica.

Desde 1995 ha publicado, además de artículos y otras colaboraciones periodísticas, 25 libros, la mayoría novelas, aunque también hay relatos de viajes, ensayos y dos publicaciones infantiles, estos últimos dedicados a su hija Laura y a su hijo Pablo. En 1997 fue finalista del premio Nadal con su novela "La flaqueza del bolchevique" y en el año 2000 obtuvo el primer puesto del mismo concurso con "El alquimista impaciente". La fama que le ha deparado la literatura y la manía del alcalde de añadir nombres de personajes vivos al callejero de este municipio, hace que el autor pueda transitar a sus cuarenta y un años por una moderna vía del nuevo barrio de El Bercial con su nombre: calle de Lorenzo Silva.

Hace poco más de dos años y medio, el 18 de abril de 2005, la edición en papel de El Buzón de Getafe cumplía 300 números en la calle (quincenales) coo voz comprometida con los problemas y los intereses de los vecinos. Para esa ocasión se recabó la opinión de numerosas personalidades de la cultura y la política getafense, entre ellas la de Lorenzo Silva. El escritor aseguraba que la prensa local "no sólo tendría que dar información, sino que tendría que ir más allá, ser más completa incluyendo análisis, discusión y agitación social, y no yendo a remolque de lo que pasa. El Buzón de Getafe, y toda la prensa local de la ciudad, está demasiado mediatizada prestando atención a los temas más aparatosos como la política, el urbanismo, y ahora, el Getafe CF..." Silva parece que estaba demasiado centrado en la escritura de sus libros y expresaba rápida e ingenuamente un desconocimiento profundo de la historia y la realidad de la prensa local en Getafe. Pero, aún concediéndole crédito y margen a su diagnóstico sobra la necesidad de agitación social, el futuro, siempre de contenido ignoto, le depararía la oportunidad de que en su ciudad no se hablase tanto de política o urbanismo, sino de libros, bibliotecas, música, conciertos, teatro, pintura, escultura, jóvenes, creadores, ocio, formación, etc... El futuro es así de caprichoso.

El 26 de julio de 2007 se presentaba, arropado por el Alcalde, Pedro Castro Vázquez, y el Concejal delegado de Cultura, José Manuel Vázquez, como el fichaje estrella de la temporada en el puesto de Director de Cultura. Desde los tiempos de Andrés García Madrid no había pasado nada igual. En su primer acto público mostró su intención de "dar un paso adelante y llevar la cultura en esta ciudad a la dimensión que se merece", y resaltó el firme compromiso de trabajar para "potenciar la cohesión social y la unión" a través de la cultura. Menuda oportunidad para no acabar mediatizado por la política, el urbanismo o el fútbol y llevar a cabo ese proceso de agitación social y participación que lleve rápidamente a los vecinos de Getafe a protagonizar una nueva, inédita, y brillante revolución cultural.

Lorenzo Silva remató la faena de su presentación con una de esas frases que son tan verdaderas como difíciles de aplicar, no por falta de voluntad del autor sino, en la mayoría de los casos, y ahí brilla con luz propia Getafe, por la ineptitud de los responsables políticos de la cultura. "La cultura sólo tiene sentido en la medida en que se gestiona con y para los ciudadanos", sentenció el literato, sin pensar en los problemas que lleva esa carta de intenciones al intentar aplicar la gestión diaria en un departamento de incultos, de técnicos desganados y políticos mermados; claro está que nos referimos a su poder y capacidad de decisión. Habrá que señalar que mantenemos una cierta duda sobre la sinceridad de esa declaración de principios; más nos parece que era sólo un discurso con el que hacerse una foto con contenido. Los que hemos intentado agitar el orden cultural y social del municipio, no ya el político, desde hace ya muchos años, antes incluso que Lorenzo Silva empezase a estudiar para abogado en la Universidad Complutense, sabemos que se trata de un empeño inútil. La cultura y la política de juventud son, en Getafe, la cenicienta, la cochina cenicienta.

Tras su nombramiento, apareció en algunos medios de prensa local con amplias entrevistas en las que reiteraba "su vocación de servicio público". Y fue ahí, precisamente, donde empezamos a dudar. ¿Como sería posible que un escritor renombrado, con esa capacidad creadora, cerrase el grifo por el que mana su palabrería, para dedicarse a una gestión que se presentía oscura, de tintes pardos?; tiznada. ¿No hubo el previo análisis y la discusión de una decisión que podría marcar una etapa personal, cuando menos, de cuatro años? Ese era, al menos, su compromiso ¿Le sobraba tiempo o le faltaba dinero? A veces esa "concebida" tendencia por lo público es pura fantasía ideológica. Yo creo en lo público pero llevo a mis hijos a un colegio privado: al mejor, presuntamente. Cuando las ideas son tan livianas, tan inconsistentes y fáciles de truncar, no hay espacio para la agitación social.

Tras la presentación pública llegaron las "merecidas" vacaciones. Y tras ellas, el "curro". Los escolares hojeaban ya sus libros nuevos con ese olor a tinta moderna, tan distinta [tan ecológica] a la de antaño, y el curso político había comenzado. Septiembre es época de inicio; debería ser enero y empezar con él los calendarios. El edil de cultura del Ayuntamiento de Getafe se percató tarde que su renombrado e ilustre director se acababa de ausentar durante unos días para participar en Barcelona como jurado del I Concurso Internacional de Novela Negra que convoca la editorial RBA cuando debería estar trabajando en su despacho de la fábrica de harinas. Para eso los vecinos de Getafe pagábamos un bonito sueldo como cargo de confianza; no para que se dedicase "a sus asuntos". ¿La dirección de la cultura getafense era para ratitos perdidos? Días después, el gobierno municipal intentaba paliar el lapsus autorizando en el Pleno al Director de Cultura para que pudiera ausentarse cuando tuviera alguna cosa o asunto ajeno al cargo. Así lo quisieran muchos el puesto. De sueldo goloso, de amplias miras políticas y de escasa complicación y, sobre todo, con una buena dosis de libertad en cuanto a horarios y dedicación.

Vista la generosidad del gobierno municipal, Lorenzo Silva, además de sus ocupaciones anteriores, empezó a colaborar con el diario Público. Toda una declaración de principios. Ya lo había avisado. El escritor, oficio íntimo e individualista, se volvía a retratar, maquillado por una cierta pátina de hipocresía ideológica en el bando de los defensores de lo colectivo, lo público, lo repúblico, el federalismo y la izquierda sin recovecos; teñidos de rojo, muy rojos, rojos sin contemplaciones; Silva se alineaba con ese frente "popular" que no permite margen ni aliento a los que piensan que la educación privada es mejor que la pública, que las empresas privadas defienden su existencia en función del trabajo y la productividad de obreros, lejos de los que creen que Ernesto Guevara, "el Che", huyó de la cuba socialista, al poco del triunfo de la revolución porque no sabía qué hacer con "lo público". Alineado con un periódico "mediatizado" por la política "callejera" del día a día y comprometidos con unas portadas de tebeo "antirajoyano" y unos contenido huecos, que preguntan en sus titulares y no responden, camuflados con ribetes de ecología, igualdad, tecnología, ... y con la careta de la izquierda trasnochada de siempre que critica la paja en el ojo de la mediatizada Cuatro y no ve la viga que atraviesa la Sexta. Tal vez consista en eso la vocación por lo público.

A pesar de la autorización del Pleno Municipal para que pudiera disponer de su tiempo con libertad, desde esa fecha las cosas empezaron a no marchar bien en la Cultura getafense. Hace mucho tiempo que ni siquiera van. Alguien comenta que por la sede de la delegación, la antigua fábrica de harinas, hay un fantasma que arrastra su alma en pena, se oyen chirridos, susurros y hasta los goznes de las puertas expresan su quejas. Las expectativas creadas eran demasiado altas si se compara con el aliento diario. Cómo es posible que el escritor se haya impuesto la pena de tener un jefe que ni siquiera lee lo que firma. Es triste hasta para los que no han ganado el premio Nadal, ni ningún otro certamen literario. Se va Lorenzo Silva a sus libros, de nuevo, y a su teoría de la agitación social, sin poder aplicarla y sin explicar las razones verdaderas de su precipitada decisión. La entrada y la salida. Hasta ahora asociábamos lo de "dar la espantada" con la que protagonizó Cagancho en la localidad manchega de Almagro allá por 1932. Hasta ahora.

Se va Silva sin ver siquiera inaugurado el Centro de Poesía. Se va en el primer, y único, evento de importancia proyectado en la Delegación bajo su "dirección": la Feria del Libro que este año incluía, dentro de su programa un ciclo de cine dedicado a los nexos entre el séptimo arte y la literatura y en el que, para mayor abundamiento y lucimiento del Director [no el primer día, ero bueno...], se iba a proyectar la película de Manuel Martín Cuenca basada en su libro "La flaqueza del bolchevique". Y ya se sabe que cuando algo va mal, siempre puede ir peor.

El día de la inauguración de la Feria del Libro de Getafe ("Una feria de cine"), el pasado 19 de octubre, estaba prevista la presencia del también escritor Manuel Vicent (Villavieja, 1936), y, por cierto, al igual que Silva licenciado en derecho, para firmar libros y tener un encuentro en el que también estaba prevista la participación del director de la película de José Luis García Sánchez "Tranvía a la malvarrosa", basada en una novela del escritor y colaborador destacado del diario El País, tras el que se proyectaría en mencionado film. El acto tuvo lugar. Allí estuvo Vicent. Pero, ¿y el director de cultura del Ayuntamiento de Getafe? El corresponsal getafense de una agencia de prensa, siempre al pie del cañón, se sorprendía de la ausencia. Nadie daba crédito. Es inaudito. El año que Lorenzo Silva nació, Vicent ganó el premio Alfaguara. Y eso sólo para empezar. No hay comparación; ni queremos hecerla. Parece, además de una falta de respeto con los ciudadanos de Getafe, una descortesía imperdonabe con un colega, con un autor consagrado hace tiempo de las letras hispánicas... ¿Pero, dios mío, hay que vivir en Getafe para merecer esto? ¿Seremos el hazmerreir, clasificados como auténticos mamarrachos y catalogados en el futuro cultural madrileño como paletos y pueblerinos de la capital del sur? El sábado 20 tocó la proyección de la película basada en la novela de Lorenzo Silva.

¿Qué extraño fantasma recorre la Delegación de Cultura del Ayuntamiento de Getafe? Escucha querido lector, hay ruido de cadenas, estrépito de pasos, bulla, voces, estridencias y zumbidos. El día 23, en plena feria del libro, presentó su renuncia al cargo; es el día que tiene lugar un encuentro con los ganadores del Certamen Literario 2007 "Ciudad de Getafe". El desencuentro es total. Silva asegura que la renuncia la firmó el día antes de empezar la feria, el jueves 18. ¿Será una broma? Será que no.... que no lo vamos a creer. Es ms que difícil, inverosímil

Silva declaró que los motivos de su dimisión en el cargo eran "pura y exclusivamente" personales, al no poder compatibilizarlo con el resto de sus actividades como escritor. Hacía poco más de un mes que estaba seguro de poder organizarse y conjugar sus actividades privadas y las públicas. ¿Incoherencia? ¿Falta de análisis previo? ¿Mediatizado políticamente? Pienso que los ciudadanos de este municipio merecen una respuesta sincera de la persona, no del escritor comprometido, que nos dé las auténticas razones que le han llevado a repetir la de Cagancho. De lo contrario, un día de estos, daré una vuelta por la calle de la mentira, cerca de Guanabacoa , de Chile y de Luis Buñuel, a ver si encuentro el rastro de un fantasma que pasó como alma en pena por la antigua fábrica de harinas de Getafe.

9 de octubre de 2007

La ciudad de Norman Foster


Miércoles 15 de noviembre de 2006
Hotel Hesperia de Getafe

A media tarde de ese día tiene lugar una reunión de propietarios de suelo en Perales del Río convocados por el ex concejal de urbanismo de Getafe, Jesús Neira. Al acto asisten, entre otros, terratenientes, oportunistas y especuladores; allí están Antonio Navas, Fructuoso López Gómez (Joma Sport), Manuel Ruiz Morales y Manuel Sanabria (Soto e Hijos), etc... Conforman un grupo de aproximadamente cuarenta personas titulares o representantes jurídicos de dominios y fincas en el próximo desarrollo de Perales del Río.

El acto está reservado a los propietarios que han firmado el contrato de gestión la empresa de Jesús Neira Salazar por el cobrará el 8 por ciento de la tierra bruta a cambio de la sectorización del sector y por que el sistema elegido por el Ayuntamiento de Getafe para desarrollar este próximo desarrollo urbanístico sea la compensación. Neira ya ha cobrado de muchos propietarios la mitad de ese "leonino" contrato.

Neira, más conocido como "el Rubio", explica a los propietarios que no hay que preocuparse por las últimas informaciones que han salida en la prensa y que le relacionan con el pelotazo del 8 por ciento de Perales del Río. Esta legislatura no será posible aprobar la sectorización pero se producirá una vez que pasen los próximas comicios. Perales del Río se ejecutará mediante una Junta de Compensación al contrario que Los Molinos o Buenavista.

Al acto, celebrado para eliminar suspicacias e incertidumbres ante las dudas que pudieran surgir a los "donanates" por el retraso de la actuación y la convocatoria de elecciones municipales y autonómicas en mayo, asiste el "segundo" del estudio de arquitectura de Norman Foster. Hay una explicación muy gráfica que incluye la proyección de estampitas y bocetos. El afamado arquitecto inglés, consagrado mundialmente por sus colosales y fastuosos proyectos, planificará en seis millones y medio de metros cuadrados una nueva megaciudad al sur de Madrid.
Norman Foster tiene, además del proyecto de Perales del Río, del ex concejal de urbanismo, el encargo oficial del Ayuntamiento de Getafe para proyectar el futuro museo de la aviación. La definición del nuevo barrio, ¿también será un encargo municipal?, ¿dejando de lado a los servicios técnicos de urbanismo y la participación?... Pudiera ser que ahora la nueva Getafe se proyecta en Londres. Te guste o no Foster, las cosas o el tipo, la marca vende.

El [arquitecto] sustituto expone el proyecto. 42 viviendas por hectárea; el cincuenta por ciento viviendas unifamiliares libres y el otro cincuenta por ciento, viviendas protegidas en edificios de nueve plantas. En total, más de 27.000 nuevas viviendas. La mayor operación urbanística de la comunidad de Madrid. Y, por asociación en cuanto al tamaño del desarrollo, el mayor pelotazo en materia de gestión urbanística. Se trata de la consagración, el "master" como conseguidor del ex concejal de urbanismo, Jesús Neira.

En esta nueva ciudad, con un tamaño que multiplica, por ejemplo, por cinco veces al recién estrenado Bercial, destaca como una perla el Campo de Golf que tan afanosamente se han trabajado desde el Ayuntamiento y que beneficia, qué casualidad, a algunos de los personajes que asisten a la reunión, que compraron los terrenos poco antes de que surgiera la idea el pelotazo y alguien, en el Ayuntamiento de Getafe o fuera de él, vislumbrara la "necesidad social de construir un campo de golf en Getafe" y elegir, para ello, tierras incluidas como protegidas dentro del Parque Regional del Sureste. Nunca, que nosotros sepamos, un convenio urbanístico fue capaz de recalificar terreno protegido y hacerlo edificable. Nunca nadie se adentró tan certeramente en esos brillantes párrafos de literatura [urbanística] para especular. Ese manchón en el plano del Nuevo Perales será como la guinda verde para sacar al mercado carísimos e inaccesibles chalés. Y pisitos de VPP en torres de nueve alturas.

Neira cobrará como comisión por la sectorización y definición del sistema de actuación, en el caso, ciertamente poco probable, de que firmen la totalidad de los propietarios del suelo 520.000 metros (52 ha.) de suelo bruto, y que excluidas las cesiones del diez por ciento y los costes de urbanización, la cifra se traduciría en una edificabilidad final suficiente para la construcción de 2.284 viviendas, 1141 de las cuales serían viviendas libres unifamiliares y otras tantas protegidas.

Valorando las protegidas al módulo actual la parte protegida estaría valorada (sin sobreprecios) entre los 35 y los 45 millones de euros, dependiendo del poncertaje de VPP y VPPL. La edificabilidad de las 1.140 viviendas libres unifamiliares podrían tasarse al precio de hoy en día tranquilamente por 410 millones de euros. Casi nada.

Se trataría del mayor pelotazo de la historia de España. 445 millones de euros de futuribles comisiones [o, si gusta, cobros por gestionar] por la sectorización y decisión [creemos que municipal] de hacer el desarrollo mediante Junta de Compensación en vez de por Expropiación y Consorcio. Además de esos pellizquitos por resolver las últimas dudas del planeamiento, Neira quiere, incluso, gestionar la anhelada Junta de Compensación por la que podría cobrar otros cuarenta millones de euros. Cerca de quinientos millones [de euros, oigan], por una ciudad que diseñan en Londres. ¿Y el Ayuntamiento? El codicioso sueño de la burbuja inmobiliaria había llegado hasta las orillas del Támesis; la tercera planta del edificio consistorial no vale más que para para tramitar licencias y cobrar plusvalías.

Miércoles 25 de julio de 2007
Asamblea de Madrid

Los diputados madrileños, recientemente elegidos en los pasados comicios de mayo, aprueban por mayoría, y dentro de la Ley de Medidas Urgentes para la Modernización de la Administración y del Gobierno de la Comunidad de Madrid, la norma por la que la altura máxima de los edificios que se construyan en adelante en la región madrileña no podrán superar las cuatro alturas (tres más ático); excepto edificios especiales o emblemáticos. No se prohíbe el rascacielos.

Se trataba de una promesa electoral de Esperanza Aguirre y que se cumplía sin apenas tiempo para su debate público. Prometo y cumplo, gracias a la mayoría absoluta.
No han sido pocas la críticas a esta decisión en la que muchos ven dirigismo e intervencionismo público en clara contradicción con las ideas liberales de la presidenta. Y, para colmo, las críticas vienen de los sectores más proclives al intervencionismo del estado. El mundo está torcido. Los socialistas quieren libertad y los conservadores ponen coto. Los promotores, claro está, siempre cerca del euro, se aliaron en este controvertido asunto con socialistas y sindicalistas, en este asunto más liberales que nadie. ¿Será una broma?

Nosotros nos vamos a decantar. A definir claramente nuestra posición. Se trata de una medida, creemos, positiva, un frenazo a la irracional e ilógica manía, aunque más rentable para los propietarios de suelo, de hacernos vivir como pájaros en enormes y verticales jaulas, más cerca del cielo que de la tierra. Es posible que cuanto más grandes y elevados son los edificios, más contribuyen a la alienación de la gente y de sus relaciones así como a la pérdida de la identidad individual dentro de la colectividad. La norma parte claramente de la idea, como objetivo realizable, de una ciudad más humana, más cercana, incluso más sostenible. ¿Quién prefiere vivir en un edificio de veintidós plantas antes que en uno de tres, cerca del suelo, de las plantas o de los árboles, con sólo veinte vecinos en lugar de 145,...? ¿Quién disfruta (sin sexo) en los galácticos, raudos y vertiginosos ascensores?

Getafe fue durante mucho tiempo el claro ejemplo de una ciudad que no crecía hacia lo alto como Móstoles, Alcorcón o Fuenlabrada. Getafe ha sido siempre una ciudad de tres o cuatro alturas, gracias a la limitación que imponía la presencia de la Base Aérea, y a pesar de los desvaríos urbanísticos de finales de la década de los setenta que angostaron los nuevos barrios de Las Margaritas, Alhóndiga o San Isidro.

Esta identidad se ha ido perdiendo progresivamente. En el casco urbano se perfilan sobre el paisaje edificios con seis y siete plantas. El Bercial se ha diseñado con edificios de seis plantas. Los Molinos y Buenavista tendrán, igualamente, edificios de seis plantas con más de ciento cincuenta viviendas cada uno de ello. ¿Eso es lo bueno que nos ofrece la arquitectura y la planificación del territorio de los nuevos liberales? Lejos empiezan a quedar barrios como el Sector 3, El Casar o Getafe Norte. Promotores y políticos se unen en la codicia para alejarnos de un suelo que cada día está más caro, como la vivienda.

Esa es, precísamente, otra de las críticas que se han vertido sobre la norma de las alturas máximas en los edificios de la Comunidad de Madrid. Socialistas, sindicalistas y promotores coinciden que la norma promoverá un incremento en los precios. No parece que esté el patio para esas alegrías, visto el nivel de los precios. ¿Aún han subir por encima de los seiscientos mil euros por un pisito? Se trata de una amenaza inútil. Eso no asusta a los jóvenes. Y si nos referimos a la vivienda protegida, la limitación de alturas no debe afectar a un precio que en los últimos años se ha incrementado de una manera desacertada. Y no debe seguir subiendo, como piden los promotores. Al fin y al cabo, las subidas en el módulo de las viviendas protegidas repercuten sólo, y de forma muy generosa, en los propietarios del suelo, la mayoría de las veces los propios Ayuntamientos o Consorcios.

¿Qué pensarán esos promotores de urbanizaciones como la que proyecta Norman Foster en Perales del Río? ¿Qué pensará el propio Foster de hacer sólo la mitad de alturas, la mitad de viviendas? ¿No es mostruoso sacar de la nada, como si esa nada fuera una chistera, una ciudad de 27.000 nuevas viviendas, la mayoría inaccesibles para los jóvenes que demandan con desesperación una solución al problema de la vivienda? ¿No será más social y, hasta cierto punto, razonable y justo, prever un nuevo desarrollo, una ampliación de Perales de sólo 5.000 o 6.000 viviendas [con esa cifra se duplicaría el tamaño de la pedanía], con el 80 por ciento de ellas protegidas y por expropiación. Definamos siempre el mismo sistema, el público, para que no se produzcan agravios comparativos ni especulen, de forma soez, los mismos de siempre.

Esa megaciudad de 27.000 flamantes y fructíferas casas son la nueva versión del viejo "sueño del Pocero". El Pocero de Getafe. Una ciudad con un millón de casas que haré yo sólo, dice él, en edificios de nueve o doce plantas, qué más da; desde 240.000 y hasta sólo 720.000 euros. Es el sueño de algunos locos codiciosos y su famoso arquitecto.