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15 de octubre de 2006

La catedral de azúcar

Por fin hemos conseguido una foto de la Catedral de la Magdalena sin andamios, sin montañas de arena, sin escombros, sin la valla que vigila un guarda gitano. Sólo el cristal transparente impide el roce, entre goloso y curioso, del dedo índice de los clientes del nuevo Centro de El Corte Inglés en El Bercial.

La maqueta de azúcar, síii azúcar, es un trabajo de los pasteleros del nuevo centro comercial en homenaje a la localidad. El trabajo preciso y espectacular nos ha recordado al artista, ya fallecido, Jesús Martínez Contreras, más conocido como "Izquierdo", y dueño de la pastelería del mismo nombre situada en la calle Madrid (hoy regentada por sus familiares), meca gastronómica desde principios del siglo pasado, por donde han pasado ilustres compradores de pasteles como los escritores Silverio Lanza, Ricardo de la Vega y Jacinto Benavente o los aviadores Spencer y Kindelán .

Maestro pastelero, Izquierdo se especializó en el arte, dulce mezcla de escultura y arquitectura, de construir maquetas de azúcar, chocolate y mazapán, creando obras de gran belleza, motivo de culto popular en el escaparate de la confitería; año tras año la tradición obligaba a visitar la obra del maestro; el colegio de los Escolapios, el Monumento del Cerro de los Ángeles, el Taj Mahal, o, precisamente, la exquisita fachada de la iglesia de la Magdalena.

Implicado en la cultura local y con Getafe inició la, ahora tradicional, "chamá", allá por el año 1964, con motivo de la conducción del agua potable hasta la ciudad. También cuenta entre sus méritos haber diseñado, igualmente en la década de los sesenta del siglo pasado, el actual escudo de la ciudad, partido el blasón, una mitad a la "cuna de la aviación española", con un campo verde sembrado de aviones, y la otra mitad de la insignia dedicada al Sagrado Corazón del Cerro de los Ángeles. Era alcalde un tal Juan Vergara y Getafe tenía el mismo emblema que Pinto, con el que competía por ser el "centro y corazón" de España.

La Iglesia de la Magdalena fue declarada Bien de Interés Cultural en el año 1958. En 1991, se transformó en Catedral con motivo de la creación de la Diócesis de Getafe, consagrándose como tal en 1995. Sin embargo, en el año 2000 cerró sus puertas para unas obras de reparación. Unas obras largas y costosas.

Además de los estudios geotécnicos, que ha venido a corroborar que la iglesia está construida sobre terreno arcilloso, motivo de las numerosas grietas surgidas en la fachada y en en el techo, habrá que echar mano de la cábala para explicar el misterio oculto que rodea a este templo. Todos los indicios nos llevan a un enigmático sortilegio, superstición o enigma. No se precipiten; no vaya el señor obispo a excomulgarnos sin esperar a las razones que exponemos.

La ermita que se construyó, en ese mismo lugar, en el siglo XIV sobre una iglesia mudéjar, fue derruida en 1549 porque se había quedado pequeña para la creciente población de Getafe en aquellos años. El nuevo templo erigido no fue del gusto del arquitecto mayor del rey Felipe IV, o -así es la vida desde hace mucho, muchísimo- no recibió la correspondiente taleguilla en concepto de comisión. El hecho es que el arquitecto real declaró ruinosa la construcción al parecer por la escasa calidad de los materiales y de la ejecución; y arreglado. El templo, a pesar del expediente del arquitecto, se acabó. La burocracia en tiempos del imperio era larga y Valladolid no estaba a tiro piedra.

El encargado de rehacer el edificio acabó en prisión por usar materiales de peor calidad que el anterior, abaratando unos costes que se perdían, inevitablemente en la faldriquera del constructor. Parece que siempre ha sido igual. El tipo se llevaba los doblones cuadrados. Los materiales utilizados fueron de tal naturaleza malos que el templo se derrumbó casi por completo en el año 1632.

No fue hasta 1770 que se acabó Santa María de la Magdalena, que cuenta con dos retablos decorados por Alonso Cano, uno de los grandes artistas del siglo de oro español. Si se quiere profundizar más en la curiosa historia y en la arquitectura de este monumento getafense es preciso dirigir los pasos hacia la historiadora Pilar Corella Suárez , autora de libros como "Arquitectura religiosa de los siglos XVII y XVIII en la provincia de Madrid" (Madrid 1979) y otros como el de "Alonso de Covarrubias en la iglesia de Santa María Magdalena de Getafe" (Madrid, 1974)

Desde el año 2000 que se cerró para la ejecución de las obras de reparación, el Ayuntamiento, que no pone un duro, y la Comunidad de Madrid, que lleva gastados en el templo más de seis millones de euros desde el año 1987, andan discutiendo sobre el ritmo de las obras. Este año, tras la última inyección económica del gobierno regional parece, que se vislumbra el final de una trayectoria casi maldita. Reforzados los cimientos y restaurados los frescos del ábside y la cubierta del coro, reforzado el capitel barroco de la torre nueva , al igual que el forjado y el voladizo del coro, es muy posible, si no se repite la maldición del lugar, que el año que viene, cuando vuelva la Virgen, el templo esté de nuevo esperándola con las puertas abiertas. Solo quedan, ... las campanas.

Que no sonarán golpeando el badajo con los movimientos originales, balanceo, volteo, etc., sino con impulsos eléctricos, con electromazo o electrobadajo. Vaya electro-palabrejas que hay que utilizar. La crítica que hemos recogido, por ahora, a las obras de restauración se refiere a la ausencia de actuación con las campanas de la Catedral. El proyecto no contempla, salvo las rejillas protectoras anti palomas, la recuperación de los tradicionales toques, ni los espacios necesarios para tales menesteres. Los interesados en esta cuestión pueden tocar esta campana digital y se encontrarán con mucha información y bonitas fotografías de cagadas de palomas.

En fin, la maqueta de la Catedral de la Magdalena en azúcar se puede contemplar en el nuevo Centro Comercial El Corte Inglés de El Bercial, dentro del Hipercor, junto a la panadería. La fotografía se obtuvo (con un teléfono móvil), valió la pena, tras aguantar tres atascos y dos retenciones, para cruzar la carretera de Toledo y acceder al barrio de El Bercial.

El nuevo edificio comercial puede considerarse en sí mismo la catedral de todos los híper de Getafe, con su impresionante cúpula transparente coronada por un vistoso sol que genera impulsos consumistas. La magnificencia de su arquitectura y las impresionantes vistas a los arrabales de la capital del sur desde su cristalera contrastan con la escasa, casi tacaña, dimensión de los pasillos, como si se tratara de una enorme sala de fiestas con las luces encendidas. Quita el codo, aparta, ten cuidado con la señora que nos tira, deja paso, gracias, no hay de qué, vaya mareo... ¡Niño..!, ¿dónde estás? Y la gente como en el metro de alemania "suban-strujjen-bajjen". –Aquí, papi, donde los videojuegos... Al fin y al cabo, lo importante es salir impelido del pasillo y toparse con las vistosas mercancías.

13 de octubre de 2006

Publicidad con mensaje equivocado

Desde hace tiempo el PSOE de Getafe está de campaña electoral. Llevan cuatro meses; y todavía faltan ocho hasta las próximas elecciones municipales.

El aluvión de papeles que se nos viene encima acabará con algunos cientos de árboles cortados en vano y nuestros buzones ahogados con folletos absurdos o catálogos recios de fotos preciosas y cartulina cuché.

Desde el principio el publicista, que bien puede compaginar sus labores de asalariado municipal y las de creativo socialista, al fin y al cabo el trabajo es el mismo y se confunde, trazó las lineas maestras de la precampaña electoral de Pedro Castro, más necesitado que nunca de mantener, al menos, la intención de voto y que el barco del PSOE local no vaya definitivamente a pique.

El problema, para ser justos, no es, exclusivamente, del diseñador. Hay que tener en cuenta el binomio político responsable de las acciones publicitarias. David Lucas es el edil delegado de "comunicación e información" municipal y, Santos Vázquez, a su vez gestiona la "propaganda" socialista, además de la concejalía de urbanismo, que tan apañado y estrafalario está dejando el pueblo. Una ecuación política, que se anula en sí misma. Lo que uno suma, el otro resta; y viceversa, por supuesto. Vamos, que si dejan la política, es muy probable que ninguno de los dos se gane la vida en el ámbito de la publicidad. Y, si interviene el alcalde, con sus directrices de andar por casa, tendremos un potaje que no hay quien se lo coma.


El diseño general está marcado por un discurso publicitario añejo que pretende la identificación del color con la presunta ideología, y de las propuestas partidistas con la institución; Getafe es nuestro y lo hacemos sólo nosotros. De ahí la uniformidad del tinte de las farolas u otros artefactos urbanos con la publicidad del partido y con los folletos, cuadernillos, catálogos y otros panfletos municipales. Como si se tratara de la imagen corporativa de una empresa, han embadurnado todos los ámbitos locales con esa pátina burdeos a medio camino entre la imagen de la revolución bolchevique y el recuerdo del vino o la sangre...

La ilustración superior reproduce, a la izquierda (como no podía ser de otra manera), el diseño original publicado allá por el mes de abril o mayo; en el centro, el mensaje subliminal, con zp y todo, de ese pedazo de creativo; y a la derecha, la evolución gráfica casi natural de la secuencia, en fin, lo que le puede pasar a alguno por querer comerse el oso antes de cazarlo. Si; el rojo tiñe la ciudad y nos carcome la conciencia. Nos persigue su mensaje.

Recientemente uno de los folletos municipales, "1.000 días de gestión" (con deuvedé incluido), ha acabado, tras la denuncia de la oposición, el Partido Popular, en los tribunales por publicidad partidista pagada con el dinero de todos. Resulta difícil establecer el límite, dónde acaba la propaganda del partido y dónde empieza la "información municipal", aunque en este caso parece claro que se han mezclado. ¿Qué haremos con los folletos si finalmente los tribunales dicen que se trata de una campaña partidista? Al margen del dictamen de los tribunales, nos interesa la campaña en sí misma. Como ejemplo de lo que no hay que hacer.

Rojo, color rojo a raudales; que se confunda Getafe con la bandera roja de los socialistas; y que los anuncios emitan mensajes subliminales, como si hubieran vuelto a inventar el fotograma por segundo del refresco en la proyección de la película. En el intermedio visite nuestro bar. Qué sed, iremos corriendo, en el mes de mayo, hasta las urnas; un pedro castro de tortilla y una cocacola. Nos lo pide el cuerpo. El rojo nos invade; nos embriaga; nos domina. Ya verán; ya verán,... Este método, prohibido en la publicidad audiovisual, fue utilizado por la UCD en las primeras elecciones generales con la misma palabrita "paz"; ya recordarán ustedes lo que ha llovido desde entonces y los muertos que han sido...

La publicidad, y sus pinceladas en el mobiliario urbano, contiene errores garrafales en conceptos básicos. Desatinos en el fondo y en las formas, en los paralelismos marcados entre la institución y el partido y que se lleva hasta el campo virtual, bajo la pauta de acercar la web municipal (www.getafe.es) y la socialista (getafe.psoe.es). Se ha prescindido de una análisis serio sobre los colores y su influencia en el comportamiento humano. Google tiene numerosos recursos para perder al menos diez o doce minutos. "Si se quire hacer una campaña de Mercadotecnia que agrade a las personas en general, utilice los colores azules y verdes, son los favoritos de todo el mundo", afirma la autora de la conferencia que "puenteamos".

El rojo representa lo masculino y se asocia a la violencia, el fuego y el sexo, y por tanto al peligro y a la energía. Color por excelencia de cualquier revolución que se precie y de la bandera comunista. Cuando el color rojo gira hacia un tono burdeos, los matices nos llevan, como el terciopelo y el vino caro, hacia lo antiguo, lo aristocrático, polvoriento y ajado, lo burgués o lo decadente... Justamente lo contrario de lo que parece que pretendían... A lo mejor, era el objetivo, retratar así, al alcalde.

En el mes de junio empezaron a inquietarnos con los mensajes. Desconcertantes y contradictorios. "La mejor oferta de ocio para este verano", y unos cuadritos gráficos con diversas opciones; cultura (¿pero hay?), danza, ballet, exposiciones, cursos, juventud, juegos, senderismo, ... "más información en www.getafe.es". y tras despedirse hasta septiembre, ellos sí se van... acaba y remata el guionista, "Getafe es tu ciudad, trabajamos para que te quedes..."

Hombre, no jodas. Justo ahora, en aquel momento, a punto de empezar las vacaciones de verano y encima quieren dejarnos en Getafe.. Pero, pero... no es una publicidad institucional, del Ayuntamiento. No. Es una página del PSOE de Getafe. ¿Porqué se refiere a la página del ayuntamiento? ¿No confunde alguien lo público con lo privado?.

A la semana siguiente, el genio de la publicidad continuó con la misma retahila. Nueva piscina cubierta. ... "Trabajamos para que te quedes". Y dale, este año ni playa ni montaña. A la piscina cubierta de la Alhóndiga y que nos zurzan. No creo, a esas alturas, que la publicidad socialista contribuya a que estemos de acuerdo con su forma de planificarnos las vacaciones. No señor.

Al volver de las vacaciones nos hemos encontrado con una ciudad sangrante que chorrea pintura roja; han empezado a plantar estatuas al peso y tiran las plantas de temporada por las nuevas medianas de las principales avenidas. Roja la ciudad, roja la publicidad; roja y sectaria. Los periódicos locales rojetes, los afines y los inocuos nos arrojan entre flor y flor la frescura del rostro del alcalde sesentón, lanzando a los cuatro puntos cardinales el mensaje de que representa el futuro. Ja. La cosa no tiene ni gracia. El montaje resulta falso. Escandalosamente antiguo. El tiempo no transcurre por la cara del alcalde.

Se trata de la misma foto de hace cuatro años y que se puede encontrar en la página web del ayuntamiento. Eso, sin duda, es el pasado. Ni contratando a un artista del fhotoshop arreglan este año la cara de su excelencia. Nosotros podríamos intentarlo; aun procurando reparar el paso del tiempo por su faz y añadiendo una buena dosis de cosmética virtual, el resultado, tras la inserción de los nuevos eslóganes, no sería de su agrado; "Getafe es nuestra ciudad, trabajamos para que te vayas". El pasado tiene color burdeos.

8 de octubre de 2006

Una tonelada de oro

Julio de 1789.

La sociedad francesa se estremece ante las ideas revolucionarias que acabarán por transformar al hombre de súbdito en ciudadano. Europa observa con terror el peligro de contagio de unas ideas que pueden trastocar las estructuras y el orden establecido. Es la revolución francesa.

Cuando ocurrió esto que os relato, la gente había olvidado los Pluviosos, Nivosos y Brumosos; mejor diría que el pueblo llano nunca los aprendió y ya se guardaban en el baul de los recuerdos curiosos. El movimiento revolucionario había pasado dejando una huella indeleble en la organización social y en los dirigentes de una Europa vieja. Comenzaba la edad moderna y, sin embargo, la gente seguía vivienda tiempos oscuros y difíciles.

Era el mes de marzo de 1814 y el cielo escupía agua como si jehová, ese dios terrible, harto nuevamente de la guerra, los crimes y otros imperdonables pecados humanos hubiera decido mandar, implacable, otro diluvio universal. Una lluvia espesa, fría y constante.

David Moneau había deseado tanto este momento que caminaba sin preocuparse del barro ni del agua. El saco a la espalda, lleno de herramientas, le confería cierta semejanza con uan bestia enfagada. Llevaba mucho tiempo pensando en la Cartuja, en sus misteriosos túneles, pasadizos y ocultas galerías. Ciertamente no existía otra idea en su cabeza ni engendraba nuevas que no tuvieran relación con aquella.

David M. era un hombre piadoso y pobre, reclutado a la fuerza por las tropas napoleónicas para la campaña de España. Fue allí, en Zaragoza, donde conoció al viejo monje cartujo, bueno prior..

Las razones que impulsaron al Padre Louis al exilio eran claras. Era el único superviviente de la cartuja. Allí, y con los tiempos que corrían, no hacía nada. Lo mejor era buscar otra misión.

En 1790 los conventos, iglesias y demás monumentos religiosos fueron declarados Bienes Nacionales y posteriormente vendidos a particulares. La Convención necesitaba mucho dinero par acuñar una nueva moneda y mantener el ejército; los soldados necesitaban cañones… El oro y la plata, siempre escurridizos, en aquellos tiempos eran invisibles; bronce sí había, en los campanarios…

Las deducciones de David se sucedían como un torrente. Los monjes tuvieron conocimiento de aquella recolección especial antes de la llegada de los emisarios de la República. Estos emisarios… David pensó que, quizás, pasaron por aquellas mismas veredas creyendo en sus manos el inmenso tesoro eclesiástico; y en lugar de eso,.. ja, ja, ja.. La tensión que domeñaba sus músculos se reflejaba en la risa áspera, solitaria, seca, tensa, tensa…

¡Claro, por supuesto que encontraron un tesoro! Más de nueve mil volúmenes, muchos bellamente ilustrados, que contenían casi toda la sabiduría del orbe. Ni una moneda de oro; la plata, evaporada; y el campanario, mudo.

Los soldados de la República, al mando de un patán, convirtieron las pesquisas y las represalias en una sangrienta lección. El prior murió años después en Zaragoza convencido que había sido el único en escapar de los sables y las bayonetas de los soldados revolucionarios. Recordó al viejo monje abrazado a su cuello y suplicándole… “hijo mío, con aquel dinero hay para reconstruir tres veces la Cartuja”.

Mil veces había hecho las cuentas. David estaba seguro que debajo de las ruinas del convento que había empezado a pisar había una tonelada de oro.



***

Los pedruscos desparramados por una vasta extensión indicaban la proximidad del objetivo. Había dejado de llover; la cortina blanquecina que impedía ver algunos árboles lejanos y negros se trasladó al infinito confundiéndose en el horizonte con el gris del cielo.

A su nariz llegaban efluvios portadores de aromas húmedos, a tierra mojada, a hierba, … Era el mejor olor que conocía. Cómo lo había echado de menos entre los fogonazos acres de la pólvora o la peste de los cuerpos sanguinolentos, destripados o putrefactos.

Sorteó algunas piedras y pisando aquí y acá, luego allí, sobre cascores y vigas podridas se fue internando en el laberinto derruido de pasillos, salas y recibidores. Alguna pared rebelde a la destrucción se levantaba orgullosa sobre los montones; el musgo y las hierbas se apoderaban de los intersticios de las piedras.

Al llegar a lo que parecía que en otros días fue un pequeño jardín, giró sobre sí mismo observando el desolado paisaje que le rodeaba.

Miró el plano, sucio dibujo ya, hecho en 1720. La firma del arquitecto era ilegible. A la derecha quedaba la hilera de árboles que llebaba hasta el límite de la Cartuja. Caminó abstraido, intuitivamente; conocía aquellas ruinas como si todos los días de los últimos años hubiera paseado entre ellas. Se detuvo. Su silueta se recortaba sobre una pared semiderruida. Había sentido la proximidad. Allí era el sitio. Tenía que buscar la entrada

Cada losa, alternativamente, una no y otra sí, tenía y tiene aún, cosa que podéis comprobar si os acercais por la vieja Cartuja, cerca de Carcasone, una cruz tallada. Pero, hay una que falla al orden establecido; “dos cruces seguidas…” Aquí es. Las piedras pegadas por el paso del tiempo, se resistían pero tras un largo forcejeo y ayudado por una palanca de hierro, cedieron a la impetuosidad de nuestro personaje.

Se ha hecho de noche, y el negro agujero se muestra anate la mirada ansiosa de David.


***

Las manos le tiemblan como a un azogado mientras enciende la tea. Su corazón se debate en tremendas convulsiones. Con el saco en la otra mano baja las escaleras combadas por el mucho uso. Por el hueco ascendía un desagradable olor a humedad encerrada. Escrutó aquella galería excavada como las minas. Dos filas de palos, a ambos lados, hacen el papel de columnas; otra en el techo conforma el techo de la bóveda.

Sus pasos son lentos. A unos veinte metros, el subterráneo se abulta ensanchándose en una especie de plazoleta desde donde el túnel se bifurca a modo de tenedor de dos pinchos.

Una cruz de madera clavada en el centro de la bóveda terrosa era la señal. Sin duda era el lugar. Cuánto tiempo ha esperado este momento.

David empieza a cavar con furia, desesperado, alocadamente. Los golpes se suceden sin tregua. La tierra está blanda. Al poco tiempo su ansiado objetivo está a la vista. El pico se ha clavado en madera. Ya lo tengo. Es un momento sublime…

Es el arca, el cofre.., el tesoro. David separa la tierra con una mano, arrancando con la otra las astillas y maderas fragmentadas por el pico. Introduce las manos.. La sangre se le agolpó en el cerebro, amoratándole la cara, y rápida le bajó hasta los pies, helándose cerca de los talones. Saca una calavera, costillas, un fémur… huesos. David tiene la cara blanca.

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Publicado en la revista "La Cebolla de Jata", Getafe 1981